El Tío Zapatero, cumplía 98 años.
Es la persona más longeva de nuestra localidad. Y su mujer, Felipa, cumplirá 96 años el próximo día 26 de mayo.
Su hija, Paula, ayuda con la simpatía y disponibilidad que acostumbra a que la entrevista se desarrolle correctamente. La vista, el oído y la memoria de nuestros entrevistados ya no son lo que eran.
Pero no cuesta mucho entablar conversación con ellos, porque lo que en ningún momento han perdido es ni las ganas de vivir, ni el placer de conversar.
Estas líneas nos pueden servir a nosotros para conocer mejor nuestro pasado y aprender muchas cosas a través de la voz de la experiencia. Y, además, quiero que sean un homenaje para estos dos burujoneros ya casi centenarios.
FICHA PERSONAL
UNA COMIDA:
El gazpacho.
UNA AFICIÓN:
Bajar a la granja.
UNA PROGRAMA DE TV:
Pasapalabra y Cifras y Letras.
UNA CANCIÓN:
El pájaro gorrión casca mucho en la taberna…
UN VIAJE:
Palma de Mallorca (sólo Felipa, porque a Pepe no le gusta viajar).
¿Cuál ha sido el mejor momento de sus vidas?
Pepe y Felipa nos cuentan que su mejor momento ha venido tras la jubilación, porque como señalan “
toda nuestra vida ha consistido en trabajar”.
No obstante, los dos afirman que echan de menos bajar a la granja y sacar al ganado.
Felipa incluso se queja a su hija: “
Quiero salir más a pasear”.
Pepe, por su parte, nos habla de cuando hizo la mili en la Escuela de Educación Física de Toledo. Fue voluntario y estuvo tres años. “
Estaba al servicio de un capitán y después de limpiar los caballos y hacer algunos recados me iba a sentar a La Vega”. Después de comer se volvía a ir a La Vega. También recuerda con cariño la Calle Ancha, por la que paseaba, y Tavera, porque había una familia a la que visitaba.
¿Y el peor momento?
Curiosamente, Pepe nos relata que el mejor y el peor momento están muy unidos. La Guerra la pilló al final de la mili y fue duro ver morir a algunos conocidos. “
Estuve a punto de morir”, nos cuenta.
Felipa también recuerda esta época como la peor de su vida.
¿Cómo fue vuestra infancia? ¿Pudisteis ir a la escuela?
Ambos responden que pudieron ir muy poco a la escuela porque había que trabajar desde pequeños.
Pepe aún recuerda a su maestro, al que llamaban “
Catorre”. Entonces el maestro daba con una correa en la mano a los alumnos.
Pepe nos dice que “
a los 8 ó 10 años era panadero, cuando vivía en la Calle Mesones. Iba a por el pan Torrijos sólo con un borrico y lo repartía por las tiendas para que la gente pudiera ir a comprarlo. Salía de noche y el borrico ya se sabía bien el camino”. Después empezó a trabajar con el ganado.
Felipa nos cuenta que empezó segando y trayendo leña para calentarse. También se ganó la vida haciendo matanzas con su madre, como mondonguera, y blanqueando casas. Cuando se casó empezó a trabajar en el campo, ayudando con las mulas, limpiando la mies, pero sobre todo con el ganado.
¿Había tiempo para jugar?
Muy poco. El trabajo ocupaba casi todo el día.
Y cuando había tiempo para jugar ¿qué juegos se practicaban?
Se jugaba con la pelota, a la petanca o a la calva. Antes estaba todo de tierra, pero ahora no se puede jugar porque está todo de cemento.
¿Y de la juventud qué recuerdan?
Felipa nos cuenta que se fue a servir a Madrid cuando era ya novia de Pepe.
Pepe, por su parte, nos dice que cuando fue a verla se dio cuenta de que había que ir con mucho cuidado en la ciudad.
¿Qué es lo que más les gustaba del trabajo?
Felipa recuerda sobre todo el Mercado de Talavera. Allí acudían cada año para ver cómo se vendía la carne. A Pepe en cambio no le gusta viajar. Iba únicamente al Mercado para ver cómo andaba la carne.
¿Y lo que menos?
Ordeñar, porque entonces había que hacerlo todo a mano.
¿Cómo era el pueblo entonces?
Era más chico… Entonces no había nada más que mulas, borricos, bueyes, cabras, ovejas, cerdos… La plaza estaba rota, con guarrería, regueros… Ahora da gusto verla desde la ventana y el pueblo está precioso.
¿Y las fiestas?
Había pocas fiestas. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. El día de San Pantaleón se hacía procesión, la música tocaba por el pueblo y había cohetes.
¿Había alguna fiesta más?
En Carnavales se disfrazaba la gente. Felipa nos cuenta que a ella le gustaba mucho disfrazarse.
Luego, en la plaza, la gente ofrecía cosas de comer (conejos, pollos…) y se subastaban.
¿Recuerdan alguna anécdota?
Pepe nos cuenta que fue 7 años monaguillo, cuando las misas se decían de espaldas y aún sabe algunas oraciones en latín.
En Semana Santa cantaban con el organillo y el Monumento lo adornaban con tiestos sembrados de algarrobas. Los metían debajo de la cama unos días antes para se quedaran blanquitas.
Pepe nos narra también el día que bajaba por el caño y un cura, D. Paco, le daba limosna. Él le dijo que se lo diera a otro que lo necesitara más.
Y es que entonces, recuerdan tanto Pepe como Felipa, había gente que se comía las cáscaras de las naranjas en la plaza.
También recuerdan el respeto que se tenía por ejemplo al cura, al que se iba a besar las manos nada más verle.
¿Qué época les gusta más: La de cuando eran niños o la de ahora?
La de ahora, porque puedo ir de un lado para otro o estar tranquilamente sentado. Entonces lo único que se podía hacer era trabajar y comer del morral.
¿Qué consejo daría a los más jóvenes del pueblo?
(Pepe se ríe) Para eso se necesita mucho tiempo. A los jóvenes no se les puede decir nada porque enseguida te mandan callar. Yo les diría sobre todo que tengan respeto.
Pepe y Felipa continúan con la misma serenidad que empezaron. En sus miradas se puede ver la tranquilidad de dos personas que han dedicado toda su vida a sacar adelante a su familia a base de trabajo.
Ambos continúan sentados en sus tresillos, frente a la ventana, viendo cómo la vida fluye demasiado acelerada. Ellos, mientras, disfrutan de su merecido descanso y de la compañía de su familia.
En nombre de todos los burujoneros y burujoneras: ¡felicidades!
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